“MIS ERRORES ME COSTARON AMBAS RODILLAS ”
“CARIÑO... LO SIENTO. LA HE CAGADO” fue lo único que pude decirle a mi mujer entre lágrimas, mientras ella intentaba consolarme y me decía que había sido un accidente. Un accidente sin sentido, impredecible, del que nadie era culpable. Sabía que tenía razón en lo primero.
Estaba bajando las escaleras cuando mis rodillas estuvieron intactas por última vez. De repente, estoy tirado en el suelo y me veo unas hendiduras horizontales unos 2,5 cm por encima de las rodillas, en el lugar donde los tendones de mis cuádriceps solían estar. Sospeché que el tendón izquierdo se me había roto de golpe, porque salí disparado por el aire y aterricé con la rodilla derecha, lo que hizo que esta se desgarrara.
Que las dos rodillas reventaran con unos segundos de diferencia era algo imposible de predecir, de acuerdo, pero mi mujer se equivocó al decir que no era culpa de nadie. Yo era el culpable.
en pocas cosas. No voy
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