Las costosas novatadas del Insabi y la UNOPS
Pese a los regaños del presidente –quien prometió que dejará de llamarse Andrés Manuel si continúa el desabasto de medicamentos y advirtió a sus altos funcionarios que ya no tolerará “excusas de ningún tipo”–, la situación sigue grave en el sector salud: los insumos se adquieren tarde y de manera incompleta, las cajas se amontonan en los almacenes sin distribuirse, los proveedores no reciben sus pagos a tiempo y la opacidad en las contrataciones sigue imperando.
Este atolladero es producto de las deficiencias en la compra consolidada de medicamentos e insumos médicos, encabezada por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y la Oficina de las Naciones Unidas para Proyectos y Servicios (UNOPS), al amparo de un acuerdo celebrado en julio de 2020, que derivó de un convenio marco que impulsó el canciller Marcelo Ebrard al inicio del sexenio.
La UNOPS, que cobra cerca de 27 millones de dólares anuales para realizar las licitaciones, ha sido incapaz de adquirir la mitad de las claves de medicamentos e insumos que las dependencias del gobierno federal le pidieron, por lo que el Insabi ha tenido que organizar procesos de compras consolidadas para los demás organismos del Sector Salud, a pesar de su inexperiencia, tanto en la adquisición como en la distribución.
El organismo, encabezado por Juan Antonio Ferrer Aguilar, llevó a cabo el proceso a destiempo y de manera desorganizada, mientras en abril pasado.
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