iAGU AS! No hay tiempo que perder en la crisis hídrica
En el otoño de 2020, el año en que la epidemia por COVID-19 paralizó al mundo, otra gran crisis en curso dejó ver su rostro: en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos surgió una disputa por la asignación de un volumen de agua que nuestro país está obligado a aportar a su vecino, en virtud de un Tratado Internacional de Aguas signado en 1944.
En esencia, dicho acuerdo establece que cada año México debe entregar a EUA 432 millones de m³ de la cuenca del río Bravo, mientras que, en contraparte, el vecino del norte debe cedernos anualmente un volumen de 1,850 millones de m³ de la cuenca del río Colorado.
A fines de octubre de ese año, tras un estiaje prolongado, México reconoció un faltante de 378 millones de m³ para cumplir con su parte en el acuerdo al cierre del ciclo. En aras de asegurar la entrega, las autoridades nacionales recurrieron a una reserva de agua en la presa La Boquilla en el río Conchos, en el estado de Chihuahua.
Agricultores de la zona trataron de impedir la extracción alegando que se mermaría su capacidad de riego en detrimento de unas 20,000 familias que viven del campo. Esto provocó disputas con policías de la Guardia Nacional en las que murieron dos manifestantes. Aunque el conflicto se desactivó, puso en evidencia que la crisis del agua que tanto se ha pronosticado ya nos rebasó.
Los efectos directos e indirectos de esta crisis anunciada se observan por doquier, con daños materiales, personas
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