CANDELA PIÑEIRO
s imposible adivinar cuántas veces al día alguien, en alguna parte del globo, se marca un Mafalda de , un proyecto personal que supuso "un antes y un después" en su estilo y su forma de trabajar. Lo componen, entre otras piezas, estas piernecitas que patalean entre una montaña de colchones, fiel reflejo de esos momentos en los que hasta la tarea más banal (hacer la cama, poner la lavadora) se convierte en un ascenso al Everest. Son las vivencias cotidianas las que más inspiran a la gallega, que gusta de recrearse en los detalles a base de líneas limpias y bloques de color armoniosos. La fotografía es su otra gran musa, especialmente la de Vivian Maier y, más recientemente, la de Mária Svarbová, con quien comparte el interés por las formas de cuerpos y objetos. Aquí, unas páginas más adelante, Piñeiro inaugura el especial con una escena de placidez casera.
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