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¿Siempre quisiste ser emprendedor?
Para los que crecimos durante los noventa solo había dos opciones: eras empleado o empresario. Para mí siempre se trató de escalar la escalera corporativa: el sueño era llegar a Nueva York y trabajar en un banco. A eso me dediqué: escogí Ingeniería Industrial, fui presidente de mi carrera e hice un MBA en Stanford, la cuna del emprendimiento. ¡Lo logré! Entonces me di cuenta de que no era lo que quería hacer.
Me regreso a México sin novia, sin casa, sin coche y con mi liquidación del banco. Ahí fue cuando me asocié con un amigo y fundé mi primera empresa: Lo Mío Es Tuyo. Fuimos emprendedores Endeavor, emprendedores de Expansión, emprendedores EY y la vendimos. A partir de ahí, seguí en el rol de emprendedor y no creo que pudiera ser otra cosa.
¿Cuál fue tu primer miedo como emprendedor?
Como primerizo te dejas llevar por la idea de que “suena bien”, pero nunca dimensionamos la complejidad. Lo difícil que iba a ser crecer y lograr lo que hicimos: levantar rondas de inversión cuando no existían los fondos y vender una empresa en 2013. No