NUEVA VENTANA AL UNIVERSO
*Doctora en Astrofísica y comunicadora científica
PARTE I
NUEVA AVENTURA
El 18 de diciembre será lanzado el cohete Ariane 5 desde el Puerto Espacial de Kourou en la Guayana Francesa. Llevará a bordo al Telescopio Espacial James Webb, también conocido como JWST, James Webb o simplemente Webb. El espejo y esqueleto del telescopio son tan grandes que, para caber dentro del cohete, debe ir plegado como un origami. Media hora después del lanzamiento, a unos 10,300 kilómetros de nuestro planeta y tras separarse del cohete, comenzará una secuencia de movimientos estudiada a detalle y practicada hasta la saciedad. Poco a poco se irán desplegando todos los espejos, estructuras y mecanismos que darán forma al observatorio espacial: primero los paneles solares que generarán electricidad, después la antena que permitirá la comunicación y el parasol, que mantendrá frío el telescopio. A continuación, emergerá una torre para proporcionar el espacio necesario para que el resto de las piezas vayan encajando a la perfección cuando se desplieguen. La segunda semana se extenderán el espejo secundario y seis segmentos del primario; con este movimiento los espejos estarán listos para empezar a recibir fotones. A un mes de su lanzamiento, cuando el Webb alcance la órbita L2 a 1.5 millones de kilómetros, encenderá los instrumentos científicos. En ese momento el equipo científico del Webb respirará aliviado y la comunidad académica gritará de júbilo por lo que llegará. El telescopio pasará los siguientes cinco meses haciendo comprobaciones y preparándose para el inicio de las operaciones científicas.
¿Cómo nace el Webb?
En ciencia, los proyectos e ideas se suceden sin pausa, uno tras otro. Apenas se está terminando de analizar un resultado cuando ya se empieza a perfilar en la mente el siguiente experimento que permitirá llegar un poco más lejos. La historia del Webb comenzó incluso antes de que fuera lanzando su antecesor, el Telescopio Espacial Hubble que a su vez, fue imaginado por primera vez 50 años antes de ser lanzado.
A finales de los años 80, cuando el Hubble estaba a punto de ser enviado al espacio, un grupo de personas de la NASA y del Space Telescope Science Institute (EUA) se preguntaron cómo debería ser el siguiente gran telescopio espacial. Surgieron dos ideas: o bien un telescopio infrarrojo de unos 10 metros de diámetro que quedara en una órbita terrestre alta (a más de 36,000 km), o bien un telescopio de unos 16 metros colocado en la Luna. Al final tomaron el camino infrarrojo y la NASA se
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