“Mujeres silver”, dice Eve Grynberg con su tono de nacida en Francia, más específicamente en París, y las dos palabras en su boca dicen más que eso. Suman primero un sonido a letra ge –algo que suele suceder cuando una persona francesa habla en español– pero también sentido. “Ser silver no es solo tener el pelo cano, es toda una generación de mujeres sin importar el color de cabello. Somos las disruptivas”, agrega. La definición se oye firme, nada improvisada, como si el concepto fuera algo en lo que viene pensando desde hace tiempo.
“TODAVIA NO HAY UNA MUJER CON canas EN EL erotismo Y TODAS, CASI SIN excepción, SEGUIMOS MUY pendientes DE LA MIRADA DEL resto”.
Y es que así es. Hace más de un año y medio que Eve, fotógrafa, licenciada