MUJERES DE FICCIÓN
Cuando Velázquez retrató a Inocencio X pudo hacer con su trabajo varias cosas: reflejar lo que era este papa, mostrar lo que Velázquez consideraba que era Inocencio X o generar, a través del retrato de Inocencio X, la imagen que en el siglo XVII pasaría a tener la gente de lo que era un sumo pontífice y, por extensión, la Iglesia católica. Es decir, crear un arquetipo.
Las representaciones artísticas, literarias, pictóricas, mitológicas o religiosas que realizamos a lo largo de la historia reflejan nuestra comprensión de lo representado: la opinión que lo representado nos merece, el miedo o la satisfacción que nos produce y su relación de virtudes o de defectos, pero también las condicionantes que le imponemos para que lo representado entre en la condición de lo conocido –si representamos un rinoceronte con cuatro patas, lo que no tenga cuatro patas nunca podrá ser entendido como rinoceronte–. Cómo lo concebimos implica también qué se espera que sea, cómo debe ser. Bajo esta premisa, tomemos el genérico mujer. ¿Cómo ha sido esta representada –y concebida y condicionada– a través de los personajes de ficción que se han creado a lo largo de la historia?
Sesgo masculino
Es evidente que a lo largo de nuestra civilización –y salvo honrosas excepciones que se incrementan en los tiempos más recientes– lo de crear personajes femeninos y ponerlos en escena ha sido cosa, más que de la humanidad en conjunto, de sólo una parte de ella: los hombres. Pero esta circunstancia, ya de por sí extraordinariamente significativa, no empaña el interés y la información sobre cómo ha sido entendida y condicionada a ser la mujer a través de los personajes ficticios que de ella hemos creado. Se contaba de aquel oso que, tras ver la representación que un indio siux hacía de la caza, no pudo por menos que detenerse frente a ella y exclamar: “¡Ah, si los osos supiéramos pintar, qué distinta sería esta escena!”.
Nuestra civilización tiene un sustrato muy concreto y un poco esquizoide: sistemas de comprensión lógica de raíz grecolatina y estructuras de creencias de base semítica. Grecia y la cristiandad son el prisma y la ideología desde los que
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