Vestir bien no es fácil
“¿Cómo vestirse?”. Vaya preguntita, tú. Una de las cuestiones más insondables de la Humanidad después de “¿de dónde venimos?” y “¿hacia dónde vamos?” es: “¿qué me pongo?”. y, como habrás comprobado durante todos estos años, ese es precisamente uno de nuestros objetivos cada vez que compras en el kiosco. En marzo de 1990, recién terminada la fascinante, ejem, década de los 80 (sobre todo aquí, en España; en EEUU tampoco fue para tanto), nuestros colegas de USA pretendían ser bastante claros con algunos asuntos, aunque, visto desde nuestra perspectiva, aquello nos suene a chino: “Quema tus corbatas chillonas”, “Deshazte de los debiluchos”, “Destruye los trajes holgados”, “Esconde la gabardina abultada”, “Quema tu armario”. Lo cierto es que si solo hubieran escrito esto último se habrían ahorrado el resto. Poco sabíamos aquí en España en marzo de 1990 sobre o gabardinas abultadas, algo más quizá sobre corbatas chillonas o trajes holgados, pero, en realidad, si hubiéramos replicado esta portada en España a buen seguro no hubiéramos puesto ninguno de estos mandamientos. Veníamos de los 80, por amor de Dios: quizá la década más ominosa en lo referido a la moda que haya vivido jamás España. ¡Lo que hubiéramos pagado por que el fuera la moda! No, aquí estuvimos vistiendo con orgullo chándales de colores chillones y geometrías dantescas, cazadoras o pantalones vaqueros tres tallas más grandes, chaquetas con hombreras, jerséis tan feos que ahora costaría encontrar en un mercadillo, polos cuya manga ¡corta! llegaba hasta la muñeca... “Era lo que se llevaba”, se decía. Pues se llevaba mal. Sin duda, nuestro titular de portada hubiera sido solo: “Quema tu armario”.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos