ROSSANA ORLANDI
Empezaste trabajando en moda y así estuviste muchos años, en principio para la empresa familiar y después para otras como Armani o Kenzo, ¿pero qué hacías exactamente? Trabajaba en el mundo de la confección de punto, que tiene sus propias reglas distintas a las del textil, para empresas como Filpucci, una marca italiana de alta gama que se dedica a hilos de tejer para prendas de punto y para Grignasco, especializada en ovillos de lana y otros materiales para tejer. La moda en aquella época era muy precisa y yo exploraba las tendencias, estudiaba el hilado, realizaba todas las cartas de color, las posibles mezclas y también diseñaba las promociones. ¡Era una época muy excitante! Es algo que hice más o menos durante veinte años.
¿Cómo ocurrió que pasaste de la moda a dedicarte al diseño? Básicamente lo que pasó es que la moda dejó de ser tan estimulante como lo había sido antes, las grandes compañías empezaron a dejar de ser tan creativas, al menos en ese sector, donde se empezaron a usar máquinas electrónicas, un modo muy diferente de trabajar que dejó de interesarme, además de que era muy estresante, todo el día corriendo, demasiadas colecciones... Así que me aburrí, simplemente dejé de encontrarlo divertido.
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