TREINTA AÑOS DE UNA DE LAS GRANDES FACTORÍAS DE LA FANTASÍA, EL ROL Y LA ESTRATEGIA
Si la historia del videojuego nos ha enseñado algo, es que muchos de los grandes estudios de la actualidad, o incluso compañías editoras, nacieron como un loco sueño de estudiantes que querían ofrecer su particular visión en esa industria de ocio interactivo.
El caso de Blizzard es, justamente, uno de ellos, y nos lleva a la Universidad de California en Los Ángeles, conocida como UCLA, donde, a principios de los años 90, un joven llamado Allen Adham tuvo la epifanía de crear su propio estudio, al tiempo que intentaba convencer a dos compañeros de la universidad para que le acompañaran en su aventura, con el fin de ofrecer algo distinto y divertido. No en vano, llevaba programando desde los catorce años, una pasión que no había dejado de cultivar en los años de instituto y que le había llevado a crear sus propios juegos y, años después, a trabajar en verano ayudando a programar exitosos títulos de otros estudios. Así que pensó, ¿por qué no intentarlo?
Los otros dos compañeros fueron Mike Morhaime y
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