ENTREVISTA A BEGOÑA BENEITO MAL DE OJO
El mal de ojo es, quizás, entre los sistemas de teorías de la enfermedad de Foster y Anderson, la teoría personal de la enfermedad más famosa y popular del mundo. ¿Podemos rastrear sus orígenes?
–En todas las culturas y las antiguas religiones paganas encontramos evidencias de la existencia del mal de ojo, que nos hace pensar que dicha creencia ha coexistido y afectado a las vidas cotidianas de las personas durante mucho tiempo; tanto que ha llegado hasta nuestros días la herencia y las costumbres que nosotros hemos adoptado con total normalidad. De hecho, poseemos un valioso acervo cultural lleno de rezos, letanías, cultos, ritos y amuletos. Y por otra, siguen saliendo a la luz hallazgos arqueológicos como el que ha encontrado recientemente un equipo de, la Israel Antiquities Authority, durante unas excavaciones realizadas en Jerusalén de un colgante con una inscripción que dice: “Kareem cree en Alá, el señor de todas las cosas”. Según los investigadores, se trata de un amuleto que supuestamente proporcionaba a su dueño protección contra el mal de ojo. También es curiosa una pieza que forma parte de un grupo de amuletos de los siglos V-VI d.C., denominados “Sellos de Salomón”, Procedentes de una gran zona de Oriente Próximo, según explicó Eitan Klein, subdirector de la Unidad de Prevención de Robos de Antigüedades de Israel. En una de las caras del colgante triangular aparece la figura de un jinete a caballo en el acto de lanzar una esfera a un demonio de la mitología griega que daña a las mujeres y niños, mientras que, en el lado opuesto, se representa un ojo atravesado por flechas y rodeado de animales peligrosos; dos leones, una serpiente, un escorpión y un pájaro. Una iconografía que, ha sido muy utilizada en la historia antigua, siendo plasmada en mosaicos romanos como amuleto apotropaico para protegerse del mal de ojo.
Rastreando las pistas, nos remontamos a los conjuros mesopotámicos, que son muy similares a los egipcios. El término en acadio para definir el rostro del malvado es “inu lemuttu”, y en sumerio es “igi hul”, ambas palabras señalan el perfil de la persona que es capaz de lanzar el mal desde sus ojos. Ya desde aquel tiempo, se hablaba de la mirada nefasta, que hace que no crezca la hierba y que enferme el ganado. De hecho, podemos encontrar en el museo del Louvre una tablilla sumeria del segundo milenio antes de Cristo, de unos cuatro centímetros de ancho, en la que se explica el deterioro orgánico atribuido a este mal y en la que dice lo siguiente: El ojo malo que transmuta
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