PARTE II EL TALÓN DE AQUILES DE LOS OLÍMPICOS
Participar en una olimpiada es el sueño de cualquier deportista. Las largas jornadas de duro entrenamiento, la dieta y la disciplina muy estrictas cobran sentido al medirse con los mejores del mundo en una cita histórica y, por eso, cuando el coronavirus SARS-CoV-2 obligó a aplazar los Juegos de Tokio el año pasado, fue un duro golpe para los miles de participantes. Doce meses después, del 23 de julio al 8 de agosto de 2021, la capital japonesa está de nuevo lista para celebrarlos, entre numerosas medidas que intentarán prevenir los contagios de COVID-19.
Más allá de evitar el coronavirus, los atletas se enfrentarán a posibles fracturas, esguinces, traumatismos, luxaciones e infecciones que varían en función de cada disciplina. Los nadadores, por ejemplo, cubren un promedio diario de 6,000 a 10,000 metros durante seis días a la semana y casi 11 meses al año, por lo que tienden a sufrir lesiones por sobrecarga. Según las estadísticas, las mujeres presentan una mayor incidencia de estos problemas y, si diferenciamos por partes del cuerpo, los miembros superiores (brazos y manos) padecen el triple de daños que los inferiores (piernas y pies).
En el caso del atletismo, las lesiones musculares suman 40% del total. Los daños musculares varían un poco según la prueba. “En un maratonista es más rara la ruptura y más habitual la contractura. En los velocistas es
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