SOBRE EL LENGUAJE
“El mito de la Torre de Babel explica lo que le sucede a la lengua cuando se le imponen reglas desde fuera”
Cuentan que un día los humanos intentamos construir una torre para poder alcanzar los cielos. Por entonces, todos nos entendíamos. Los dioses, recelosos de nuestra grandeza, decidieron impedirlo. Para ello intervinieron en nuestra lengua, desarticularon la gramática para que dejáramos de entendernos. El mito, ‘no me toques’, o en el original griego antiguo más preciso, ‘no me retengas’. No existe mundo distópico, real o imaginario, cuya primera manifestación, cuyo primer síntoma, no sea intentar forzar la gramática, tratar de adaptarla a la servidumbre de un propósito ideológico. Relata el historiador estadounidense Timothy Snyder que en el distrito polaco de Warthegau, durante la ocupación nazi, a los niños polacos les enseñaban una gramática específica de la lengua alemana, reducida, con un léxico concreto y parco de forma que, dado que racialmente el polaco podía confundirse con el ario, los niños polacos se diferenciaran nada más abrir la boca y a la vez entendieran lo suficiente como para obedecer. Imponer una gramática es una bendición cuando nada se tiene que consensuar con nadie.
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