Iván Duque, presidente de un país en llamas
BOGOTÁ.- Un mes después del inicio de un paro nacional contra el gobierno del presidente Iván Duque –quien propuso una impopular reforma fiscal–, Colombia está sumida en la peor crisis de su historia reciente y en una espiral de violencia urbana que incluye asesinatos de manifestantes por parte de la Fuerza Pública, incendios de edificios públicos, saqueos de comercios y bloqueos de las principales vías de comunicación.
El suroccidente del país enfrenta un severo desabasto de productos básicos y de combustible; el transporte público de las principales ciudades opera parcialmente por la quema de estaciones y autobuses, y los desiguales enfrentamientos entre policías antimotines y jóvenes manifestantes se han vuelto parte de la cotidianidad nocturna en barrios populares de Cali y Bogotá.
“Esto es un estallido social que desbordó al gobierno y que el presidente Duque está gestionando pésimamente”, dice a Proceso la directora de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), María Victoria Llorente.
Duque no quita el dedo del renglón. Hace unos días puso a su consejero de Seguridad Nacional, Rafael Guarín, a recorrer varios medios locales para insistir en la tesis de que el conflicto que vive Colombia es producto de un “plan desestabilizador” impulsado por el presidente venezolano Nicolás Maduro, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC.
Para Llorente ese discurso “es un despropósito, porque le otorga a Maduro y a las guerrillas un poder y una capacidad que no tienen, y
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