PREPARADOS PARA LA GUERRA
El Tratado de Versalles (1919), entre otras cuestiones, limitaba el ejército alemán de la nueva República de Weimar a solo 100.000 hombres, más 4.000 oficiales, y la marina a 15.000, con solo seis acorazados, seis cruceros y doce destructores. Tampoco podía disponer de tanques, artillería pesada, submarinos ni aviación militar: debía desguazar todo ese material. Quedaba abolido el servicio militar obligatorio y el servicio de Estado Mayor y prohibida la fabricación de armas. A partir de ese momento, el otrora orgulloso ejército alemán pasaba a ser la Reichswehr, una pequeña fuerza de defensa territorial a cuyo frente estaba el veterano general Hans von Seeckt.
Eran muy pocos efectivos humanos, pero el Alto Mando alemán decidió aprovechar esta limitación para seleccionar al personal. De este modo, los 4.000 jefes y oficiales que permanecieron en el ejército fueron los mejores, tanto en experiencia militar como en capacidad intelectual. Igualmente, los 100.000 soldados profesionales fueron adiestrados secretamente para desempeñar rangos superiores en el momento en que fuese preciso. De hecho, se estaba creando con todos los efectivos un eficaz cuerpo de oficiales y suboficiales que, en un momento dado, sería el embrión de un ejército capaz de encuadrar a millones de hombres, como así sucedió.
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