El “Güero Palma”, una libertad truncada Dos generaciones de capos y un destino común: muertos, presos o prófugos
Antes de ellos, en México no se utilizaba la palabra cártel para definir a los grupos de narcotraficantes.
Ernesto Fonseca Carrillo, Miguel Ángel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero fueron los iniciadores de lo que Estados Unidos llamó el Cártel de Guadalajara. Los integrantes de aquella primera generación han pasado la mayor parte de su vida en prisión. Hoy, al parecer, las autoridades de los dos países se afanan para que todos acaben sus últimos días tras las rejas.
Esta triada, que en un tiempo doblegó a las autoridades mexicanas y causó malestar a las de Estados Unidos, forjó una segunda generación de líderes narcos que formaron poderosos cárteles como los de Tijuana, Juárez y Sinaloa; los integrantes de este último han corrido la misma suerte que sus antecesores: morir en prisión o prófugos.
Ellos son Ismael Zambada, quien vive “a salto de mata” –según él mismo dijo al fundador de Julio Scherer García, en una entrevista publicada a principios de abril de 2010–; Joaquín Guzmán Loera, , quien fue sentenciado a prisión perpetua en Estados Unidos, así como su compadre Héctor Luis Palma Salazar, Palma, actualmente preso. Juntos, ellos formaron el Cártel de Sinaloa o del Pacífico, lo mismo que Juan José Esparragoza Moreno, , muerto a causa de una enfermedad, e Ignacio Coronel, abatido en un enfrentamiento con la Marina.
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