El Banco del Bienestar, destinado a ser un elefante blanco como el de otros sexenios
Los contratos de emergencia con diversos bancos vía adjudicación directa para dispersar los recursos de los programas sociales de la Cuarta Transformación, y el abandono de las redes y cuentas bancarias que dejó el gobierno de Enrique Peña Nieto son la antesala del Banco del Bienestar, cuya operación deberá superar los errores cometidos por el PRI y el PAN con el Banco Nacional de Servicios Financieros (Bansefi).
Aunque los gobiernos del PRI y del PAN también buscaron impulsar, vía el Bansefi, un banco con presencia en los 500 municipios más pobres del país para la dispersión directa de los recursos de los programas de transferencias gubernamentales, y no depender de la banca comercial, la Tesorería de la Federación (Tesofe) les demostró que ese proyecto generaba mayores costos –una especie de subsidios cruzados– para esa institución, que sólo operó 500 sucursales.
Con pérdidas al cierre de 2020 por 260 millones de pesos y pasivos por 61 mil millones de pesos, el Banco del Bienestar en la 4T corre el mismo riesgo; aún sin haber iniciado sus operaciones enfrenta ya un desequilibrio en su balance: sus gastos superan sus ingresos.
Pese a ello, el Bansefi ha iniciado una agresiva campaña para contratar personal para atender las mil sucursales que tiene previstas para este año, aunque el objetivo son 2 mil 600.
De acuerdo con los contratos firmados en 2019 para la dispersión
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