AMENAZA HIPERSÓNICA
El caza MiG-31K, de un gris azulado, se estabiliza al alcanzar la altitud preestablecida mientras vuela a una velocidad doblemente supersónica. Bajo su vientre puede verse un grueso proyectil, parecido a un depósito de combustible, pero con una punta afilada. En paralelo, aunque algo más bajo, un avión testigo graba la prueba.
Llegado el momento, el citado proyectil se suelta del caza como una bomba de caída libre. No obstante, unos segundos después su cola se ilumina con el resplandor de su motor cohete y en un instante alcanza una enorme velocidad y desaparece de la vista. Acaba de llevarse a cabo uno de los muchos ensayos que Rusia ha realizado con una de sus armas más avanzadas y temibles, el misil X-47M2 Kinzhal (daga), capaz de superar entre 10 y 12 veces la velocidad del sonido, es decir, desplazarse a entre 12,350 y 14,820 km/h, según la altitud.
Por si fuera poco, el X-47M2, con un alcance de 2,000 km, puede llevar una cabeza de guerra nuclear y, además, es capaz de cambiar varias veces su trayectoria –utiliza sistemas de guía por satélite, inerciales y por referencia óptica– para confundir a las defensas
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