Las princesas de ORIENTE
Rania de Jordania es hermosa, estilosa y con un alto perfil social y político: activista, lucha por los derechos de los niños y defiende el derecho de las mujeres a decidir en una cultura en la que históricamente el papel femenino ha sido relegado. Jordania es un país palestino con sus desafíos sociales, pero si algo ha sabido hacer la realeza de esa nación es consolidar una imagen pública positiva que contrasta con las monarquías patriarcales de sus vecinos de enfrente, ubicados en el Golfo Pérsico: Saudi Arabia y los Emiratos Árabes Unidos pueden ser territorios con atracciones turísticas y exuberantes locaciones para magnates y amantes del turismo high-end, sin embargo, la realidad que esconden tras el oropel es la falta de derechos básicos de las mujeres.
Ambos países tienen monarquías constitucionales en las que el sheik o emir ejerce no solo como “monarca”, sino como ministro; es decir, reinan y gobiernan. De ahí que puedan someter a sus hijos a permanecer con ellos cuando deciden divorciarse de sus esposas; las personas más vulnerables han sido las hijas de los jeques, quienes han tratado de
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