LA SUPREMACÍA DE LA RAZA ARIA
EN 1933, CUANDO ADOLF HITLER LLEGÓ AL PODER, ALEMANIA ERA UN PAÍS CON POCO MÁS DE MEDIO SIGLO DE HISTORIA, RELATIVAMENTE JOVEN, QUE AÚN ESTABA DANDO FORMA A SU DISCURSO NACIONALISTA. Además arrastraba el lastre de la humillación porque después de la Primera Guerra Mundial, en cumplimiento del "Tratado de Versalles", había perdido numerosas colonias, territorios en el corazón de Europa y en el lejano Imperio otomano, había sido obligada a restituir Alsacia y Lorena –en la orilla izquierda del Rin– a Francia y, como gran derrotada, llevaba desde 1919 estrangulada por las indemnizaciones y por la política de desarme que le habían impuesto las potencias vencedoras.
EN AQUELLA JOVEN NACIÓN SIN EXPECTATIVAS DE FUTURO SE CREÓ EL CALDO DE CULTIVO PARA BUSCAR UN "CHIVO EXPIATORIO" SOBRE EL QUE CARGAR LAS CULPAS: LOS JUDÍOS.
En aquella joven nación sin expectativas de futuro y con elevadas tasas de desempleo se creó el caldo de cultivo perfecto para que la colectividad alemana buscara un "chivo expiatorio" sobre el que cargar las culpas: los judíos.
Estos, que ocupaban cargos en la administración, que eran hábiles comerciantes o que tenían rentables profesiones liberales como la medicina o la abogacía, habían sorteado mucho mejor la crisis y fueron sin quererlo objeto de la envidia de sus vecinos.
En Alemania se trataba ahora de purgar "los elementos contaminantes" de la raza germánica, de la raza aria.
EL ORIGEN DE LA "SUPERRAZA"
Aquellos hombres y mujeres de cráneos ligeramente alargados, pálidos de piel, de cabellos rubios y de ojos azules tenían una misión racial en un nuevo orden mundial
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