Piezas de museo
La cosmética tiene una función eminentemente práctica, pero algunos productos trascienden ese objetivo inicial de embellecernos para constituirse en generadores de un placer estético que se asemeja mucho al que produce la contemplación de una obra de arte. Pero ¿qué nos hace desear tanto un frasco, por ejemplo, de Chanel Nº5, aunque no sepamos si nos va a complacer o no su composición aromática? El mero hecho de poseer su envase ofrece ya en sí mismo un estímulo sensorial muy poderoso. Y de Interbrand y coautora del libro «El diseño de cosméticos de lujo está intrínsecamente impregnado en algo que es una elección personal y personalizada, pero que a la vez constituye también una declaración muy pública. Los cosméticos son tótems de nuestros rituales diarios. Pero cabe señalar que el no es el único significante; consideremos los tan provocativos de Tom Ford y su influencia en aquello que deseamos».
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