Desechos domésticos: el peligro cotidiano
Sucio, arrugado, lleno de tierra, roto y con una cáscara de tomate pegada. Así sale un cubrebocas usado para prevenir el contagio de covid-19 del bote de plástico que un habitante de la alcaldía Iztapalapa le entrega al trabajador del camión de la basura. Nadie sabe si lleva el virus que ha matado a más de 36 mil personas en la Ciudad de México y más de 188 mil en el país, pero éste cae en el contenedor y se revuelve con restos de comida, vasos de unicel, papel sanitario, botellas, un pantalón viejo, una cajonera inservible y hasta animales muertos.
La pala mecánica que se activa desde la cabina del Apollo –como fue bautizado el vehículo– baja despacio para recoger ese cubrebocas con los demás desechos que se han acumulado desde las seis de la mañana y los otros que se revolverán entre las ocho toneladas de material orgánico e inorgánico con que se llenará la unidad durante el primero de dos recorridos que hace al día.
La escena del cubrebocas se repite casi en cada esquina de la colonia Ampliación Santa
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos