Objetos INCONSISTENTES
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En su intento de ir más allá del lenguaje cotidiano y de los límites de la razón, el surrealismo se convirtió, ya desde su (1924), en una corriente artística liberadora. Su capacidad para subvertir la realidad y dejar volar nuestro inconsciente atravesó todas las artes, desde la pintura, una serie de artículos corrientes a los que estampó su firma. El más famoso fue su un vulgar urinario convertido en centro de polémica y arte por el mero hecho de lucir su nombre. Diez años después, sería André Breton quien sugirió fabricar los estrambóticos artilugios que aparecían en sueños de modo inconsciente, escapando al utilitarismo o a las reglas de la normalidad,pero resultando extrañamente chocantes para quienes los contemplan. El detonante para lanzar tan peculiar propuesta artística fue un libro soñado por él mismo, con una portada formada por un gnomo de madera de larguísima barba y páginas fabricadas en lana. «Me había apresurado a adquirirlo y, al despertarme, lamenté no encontrarlo al lado», confesaría en uno de sus textos. Deseos no satisfechos por la realidad convertidos en motor para la acción artística en sus más variadas manifestaciones, transformando esas necesidades estéticas en mobiliario, esculturas, pinturas, prendas de vestir, películas, escritos e infinidad de expresiones. Ha pasado casi un siglo desde que el surrealismo se coló en nuestras vidas para hacerlas más sorprendentes, divertidas y estéticas, pero su espíritu libre continúa presente en la creación actual. Lo comprobamos en la exposición producida por el Vitra Design Museum. A través de las 280 piezas asistimos al diálogo creativo de artistas, diseñadores y arquitectos como Salvador Dalí, Man Ray, Lee Miller, Giorgio de Chirico, René Magritte, Marcel Duchamp, Gae Aulenti, Le Corbusier, Ray Eames o Achille Castiglioni. Surrealistas de corazón que hicieron suya la declaración de Breton: «La belleza será convulsa o no será».
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