TERROR EN EL PANTEÓN REAL
Solo “del 6 al 8 de agosto de 1793”, la Revolución Francesa “destruyó cincuenta y una tumbas, la historia de doce siglos”, en uno de los episodios más macabros y también más alegóricos del Terror. Los jacobinos radicales que dominaron esa fase “quisieron perseguir a la monarquía hasta en su origen, a los monarcas hasta en su tumba, lanzar al viento las cenizas de sesenta reyes”, mientras la guillotina caía una y otra vez sobre cuellos empolvados diez kilómetros al sur, en el centro de París.
Las palabras entrecomilladas son de Alejandro Dumas padre, el autor de Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo y tantos otros clásicos de aventuras con sabor histórico. Están extraídas de una famosa narración suya que combina la literatura de época con otros dos géneros favoritos del Romanticismo, el fantástico y el de terror, a través del hilo compartido de lo espectral. Publicada pocas décadas después de los hechos verídicos que refiere, “Las tumbas de Saint-Denis” ejemplifica la repulsa extendida en la sociedad francesa por este suceso horripilante que no se había borrado de la memoria colectiva.
En 1849, al aparecer este relato como un capítulo de la novela , todavía paseaban por París ancianos que, el último día de julio de 1793, habían debatido con ardor juvenil en las mismas calles un decreto presentado en la Convención Nacional. Sancionado el 1 de agosto, el edicto se refería a un gran hito de la novísima República. Faltaban solo unos días para que se cumpliera el primer aniversario del asalto a las Tullerías, aquella violenta tromba popular que había golpeado el palacio de la capital el
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