¿Quién diablos eres, denisovano?
Svante Pääbo, uno de los mayores expertos mundiales en paleogenética, está convencido de que la cueva de Denisova, situada en los montes de Altái, en Siberia, es ahora mismo el yacimiento paleoantropológico más importante del mundo. No sólo porque en ella se encontró un nuevo miembro del género Homo –el hallazgo se anunció en 2010–, a cuyos integrantes conocemos informalmente como denisovanos, sino porque los restos recuperados en ese enclave demuestran que se produjeron episodios de hibridación entre estos, los humanos modernos y los neandertales, algo de gran importancia en la historia evolutiva de nuestra especie.
Los detallados estudios que se han hecho sobre la estratigrafía de la caverna nos han permitido saber con certeza cuándo estuvo habitada. Así, el ADN denisovano encontrado en los sedimentos más antiguos sugiere que estos la ocuparon por primera vez hace algo más de 200,000 años y que estuvieron presentes allí de forma intermitente hasta hace al menos 76,000, si bien algunos estudios adelantan esa fecha a hace sólo 52 milenios.
El caso es que 2019 fue en particular fructífero en nuestro conocimiento de estos humanos extintos. En mayo de ese año salió a la luz la existencia de parte de una mandíbula que un monje budista había localizado en 1980 en la cueva Baishiya, a 3,280 metros de altitud, cerca de la localidad china de Xiahe, en Tíbet. Baishiya es un lugar sagrado, reservado para la oración
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