COMEMOS, BEBEMOS, FOLLAMOS
Por mucho que el cristianismo sea la principal corriente religiosa en el Sur de Estados Unidos, está claro que el tema de los pecados capitales no se lo inventó un sureño. Y menos en lo que concierne a los dos primeros. Ya saben, la dichosa listita de siete cosas que no debemos hacer si queremos entrar un día en el reino de los cielos, a la que fueron dando forma esos ilustres sabios de lo correcto que eran Cipriano de Cartago, Juan Casiano, Columbano de Luxeuil o Alcuino de York (juramos que son nombres reales). Esos vicios de los que nos debemos alejar, y que siempre se inician con la lujuria o la gula. El primero, definido por la Real Academia de la Lengua Española como el “deseo excesivo de placer sexual” merecería capítulo aparte, sobre todo para definir ese excesivo. Lo bueno es que esa definición ha evolucionado de otra que hablaba del “apetito desordenado de los deleites carnales”. Vaya, que resultaba que el folleteo había que hacerlo de forma ordenada o estábamos convirtiéndonos en unos viciosos. Tampoco tienen desperdicio las definiciones de gula: “Exceso en la comida o la bebida, o apetito desordenado en comer o beber”. Se han dado cuenta, ¿verdad? Las mismas definiciones pero cambiando sexo por comida. Y otra vez los mismos dilemas. Aunque si hay algo de lo que no hay duda es que al sureño comer, y de paso beber y follar, le gusta más que nada en el mundo, aunque lo segundo les guste esconderlo. Que estamos en Estados Unidos y a puritanos no nos gana ni Dios.
Visto desde nuestro prisma occidental y europeo, los estadounidenses comen raro, y los sureños, más. Y además de raro, mal. Porque sí, su dieta incluye alimentos tan saludables como la calabaza, el maíz o el tomate, pero también otros bastante menos ideales para el cuerpo como el azúcar, la harina utilizada básicamente para rebozar o los picantes, especialmente en la zona cercana a Nueva Orleans, claro. Y es que, ya que citamos la capital de Louisiana, si algo caracteriza la cocina de nuestros amigos del Deep South es la influencia recibida de culturas externas. Los británicos, en
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