AL BORDE DEL PRECIPICIO LA CRISIS DE LOS MISILES
LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL MES DE NOVIEMBRE, AUNQUE KENNEDY NI SIQUIERA HABÍA JURADO SU CARGO –LO HARÍA EL 20 DE ENERO DE 1961–, DOS DIRECTIVOS DE LA CIA, ALLEN DULLES Y RICHARD BISSELL –ESTE ÚLTIMO BUEN AMIGO DEL PRESIDENTE, CUYO NOMBRE SE MENCIONABA PARA SUCEDER A DULLES CUANDO SE RETIRARA–, LE PRESENTARON EN PALM BEACH AL FUTURO PRESIDENTE EL PLAN TRINIDAD, DESTINADO A DERROCAR A FIDEL CASTRO MEDIANTE UNA INVASIÓN MILITAR. Según los asistentes a aquella reunión, escuchó en silencio y no se mostró ni a favor ni en contra, por lo que consideraron que la idea contaba con su aparente apoyo. En los meses siguientes esa actitud sería una constante.
Si hacemos una revisión de los documentos internos de la Casa Blanca, desde la toma de posesión hasta el 17 de abril de 1961, resulta sorprendente que el presidente nunca opinara, ni de palabra ni por escrito, sobre esos planes.
Sin ningún tipo de ataduras morales ni económicas, la CIA llevó a cabo sus planes y, mediante un grupo de mercenarios cubanos, para no involucrar a sus propias fuerzas armadas, que se mantenían a la espera en mar abierto, organizó un desembarco el 17 abril en Bahía de Cochinos. Fue un desastre militar y político que puso en evidencia a la recién llegada administración Kennedy.
Y es que lo ocurrido en Playa Girón no solo la puso en ridículo, sino que añadió combustible a la Guerra Fría, que se encontraba en todo su apogeo.
Un par de meses después del suceso, el por entonces general retirado –Kennedy lo reincorporaría al servicio activo como su asesor.
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