EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE PRE- SENTA LA SÍNTESIS DE UN MINU-CIOSO TRABAJO, EN EL QUE SE QUIERE APORTAR UNA COSMO-VISIÓN DEL IMPERIO SUECO, SU POSICIÓN EN EL NORTE DE EURO-PA, y explicar cuáles fueron esas dimensiones físicas y las perspectivas morales que le condujeron al protestantismo y a ser una potencia beligerante en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Asimismo, ahondará hasta donde pretendía llegar el Imperio y qué fue de Suecia, como teórica vencedora, tras la Paz de Westfalia de 1648. Y es que, como el refrán árabe dice: “El valor de tu enemigo te honra”. Y en esta ocasión, quiero acercaros el valor de aquella Suecia que osó desafiar a la infantería más temida del mundo.
UNA CUESTIÓN RELIGIOSA: IMPLICACIÓN DE LA CAUSA PROTESTANTE EN LA GUERRA
Una de las claves para comprender el período sueco en la Guerra de los Treinta Años es distinguir cómo la identidad sueca es fruto de una gran amalgama de pequeñas entidades territoriales, que se unificaron a lo largo del Medievo y, por ende, se obtuvo como resultado un proceso tardío de cristianización en Suecia. El hecho de que el politeísmo nórdico se fuese simplificándose en el culto singular, bien a Odín o bien a Thor, hizo más sencilla la implantación de un culto monoteísta que tomase como referente a Jesucristo. La coexistencia del cristianismo y el paganismo en el siglo XI, fue posible debido a que los antiguos ritos seguían siendo conservados y sentando jurisprudencia en los procesos legales. Hoy en día, se considera que la cuestión religiosa en Suecia fue más un cambio socioideológico que religioso.
Es, de hecho en el último capítulo de la Saga Hervarar, escrito datado en el Siglo XIII, donde se da constancia de los