Cate CONGRUENTE Y AUTÉNTICA
eciera, y seguro es así, que no hay nada en el mundo que no le interese. Cate Blanchett (Melbourne, 1969) habla lo mismo de política estadounidense que de sus idas al supermercado, de arrugas y de criar cerdos y gallinas. “En este momento me pregunto si las ideas radicales existen realmente”, le dice a Julia Roberts en una conversación registrada por la revista . La pregunta, que la igualmente talentosa Roberts le había hecho, era: “¿Dónde te encuentras ahora (en tu carrera, en tu vida)?”. La respuesta de Blanchett no es la típica de una celebridad, que, tal vez, siguiendo el guion de la mercadotecnia, hablaría de inmediato de su película más reciente, de su apuesta por una serie o de las implicaciones de la edad en una industria que recién comienza a aceptar que las mujeres envejecen. No. En un tenor completamente distinto, la australiana comienza a hablar de dónde está en realidad. “Gravitando alrededor de museos y galerías”, buscando (explorando, comprobando) la existencia de las ideas radicales. “Pero esos espacios le hablan,
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