El infierno de la isla de Lesbos
Cuenta el niño sirio Marwan, de 13 años: “El viaje por mar fue horrible, tenía mucho miedo, cerré los ojos y lloré. Esperábamos morir en cualquier momento. La gente gritaba mucho y rezaba a Dios para que llegáramos sanos y salvos”… (Nacido en Siria, Hernán Zin, 2016). Es el relato de la travesía entre la costa de Turquía y la isla de Lesbos, del archipiélago de Grecia, de uno de los millones de niños provenientes de los conflictos de los países del Medio Oriente que buscan llegar con sus familias a Europa.
Un pequeño territorio de más de mil kilómetros cuadrados, con cerca de 100 mil habitantes, ha sido la escala del más grande flujo migratorio después del de la Segunda Guerra Mundial. Es parte de la crisis humanitaria que se gestó en 2015 por el gran número de expulsados por la guerra en Siria. En el corto recorrido desde Turquía, de acuerdo con la Agencia para los Refugiados de la ONU, las endebles embarcaciones llevan hacinadas a más de un centenar de personas, por eso han naufragado tantas en el cementerio del Mediterráneo. Sólo entre 2015 y 2016 murieron ahogados más de 5 mil.
Llegaron familias enteras. Sólo llevaban consigo la esperanza de una vida mejor. Aunque esto es relativo, porque el núcleo
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