MARQUÉS DE COMILLAS LOS JUICIOS DE LA HISTORIA
CORRÍA EL AÑO 1817 CUANDO EN LA REMOTA POBLACIÓN DE COMILLAS NACÍA ANTONIO LÓPEZ Y LÓPEZ. Entonces el lugar era apenas una aldea de pescadores asomada al Cantábrico, al final de un camino intransitable en una España donde, desde la época de los romanos, nadie se había preocupado en mejorar la red viaria. Apenas una década antes, el rey intruso José Bonaparte se echó las manos a la cabeza al ver los caminos de su nuevo reino, aunque su berlina llevara la suspensión más novedosa. Aislado en aquel confín del mundo el pequeño Antonio tenía pocas expectativas para prosperar. Además su padre murió cuando tenía tres años y su madre, pescadora de oficio, tuvo que recurrir a algunos familiares para sobrellevar la responsabilidad de su crianza. Pasó algunos años en Andalucía, donde algún pariente se sacudió el compromiso y lo embarcó en Cádiz, en el Reina de los Ängeles, rumbo a la isla de Cuba. Solo tenía doce años, pero el desamparo infantil estaba a la orden del día. Era tolerado y bendecido en aras de la forja del hombre.
PASÓ ALGUNOS AÑOS EN ANDALUCÍA, DONDE ALGÚN PARIENTE SE SACUDIÓ EL COMPROMISO Y LO EMBARCÓ EN CÁDIZ RUMBO A LA ISLA DE CUBA.
Como equipaje se llevó el mísero no cayeran en el esnobismo.
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