La piel que habito
Al mes de la pérdida de mi madre, me surgió en la piel un acné inflamatorio.
“Todo empezó hace seis meses con la muerte súbita e inesperada de mi madre. Al mes de este trágico suceso, mi piel empezó a transformarse. Me surgió un acné inflamatorio, que empezó siendo leve y moderado y terminó convirtiéndose en espantoso, porque me picaba mucho, me escocía y no podía evitar rascarme. Terminé haciéndome heridas que luego se transformaron en costras. Por la noche era peor: no podía dormir y me tocaba la cara inconscientemente. Al cabo de un mes así, mi padre decidió que necesitaba ayuda profesional y terminamos acudiendo a una dermatóloga, que no solo me salvo la piel, sino también la vida”, cuenta Lorena Pérez, estudiante de oposiciones de 26
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