DENTRO DEL IMPLACABLE Y SUPEREFECTIVO LABORATORIO DE INVESTIGACIÓN DE GORE
“MI TRABAJO CONSISTE EN ASEGURARME DE QUE NADIE ESTÁ NUNCA DEL TODO CÓMODO”
de unos 35 °C. La luz de unos focos enormes, situados en los techos abovedados de casi siete metros, cae a plomo. Cerca de una de las cintas de correr, un testador llamado Walter corre en estático. Walter es parte integral del equipo de investigación, ya que se pasa ahí el día ayudando a los científicos a evaluar los nuevos diseños de ropa de exteriores. Lleva sensores en el cuerpo que miden sus niveles de sudor, la temperatura de su piel, el rango de sus movimientos. De sus cuencas oculares salen cables… porque, como probablemente hayas adivinado, Walter no es un ser humano. Se trata de un maniquí robótico que posee más de 100 poros de sudoración en su cuerpo, hecho de fibras de vidrio y carbono. Y él es solo uno más de los numerosos objetos de alta tecnología para el diseño y la fabricación que utiliza la empresa Gore, entre cuyas instalaciones de investigación
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos