LA BRECHA DE GÉNERO EN LOS PUESTOS DE PODER (EL TECHO DE CRISTAL VISTO DESDE ARRIBA)
Las mujeres representan el 60% de los licenciados que sale de nuestras universidades y el 45% del mercado laboral. Pero solo ocupan el 10% de los cargos de alta dirección, según un informe de PwC. En las empresas del IBEX 35, el número de consejeras ejecutivas se cuenta, literalmente, con los dedos de la mano. Y solo son féminas un 6% de los CEO de la lista Fortune 500 de las empresas más poderosas del mundo. En el sector de la ciencia, las cifras están incluso más ajustadas. Hay un 42% de investigadoras en organismos públicos dedicado a esta tarea, pero el porcentaje cae hasta un 12,5% si hablamos de directoras generales o presidentas, según el informe Científicas en Cifras 2017.
Una pena, porque los expertos coinciden en que la diversidad de género, es decir, la paridad, hace que los equipos de dirección sean más productivos y eficaces. A este respecto, un informe de 2019 de la Organización Internacional del Trabajo apunta que las compañías que promueven la presencia de mujeres en cargos directivos han registrado un aumento de los beneficios de entre el 5% y el 20%.
Pero el sesgo sexista es, muchas veces, inconsciente. Según un estudio de la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (CERU), el 46% de las encuestadas asegura que ser mujer es un hándicap para su ascenso profesional, mientras que solo el 10% de los hombres preguntados se sentía identificado con esta afirmación. Además, el estudio señala que el 74% de las mujeres opina que los varones no las consideran capaces de ejercer un puesto de liderazgo. Tanto nos está costando lograr la paridad que el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018 del Foro Económico Global vaticina que tardaremos un siglo en estar equilibrados en los puestos de decisión política, y que harán falta nada menos que 200 años para eliminar la reducción del 14% que separa el salario medio de las mujeres del de los hombres (en puestos idénticos) en nuestro país.
Solo queda no rendirse
