¿Cómo gobernarse después del desastre?
La presencia del presidente galo Emmanuel Macron en Líbano, en el puerto de Beirut el jueves 6, muy cerca del lugar de las explosiones, suscitó reacciones encontradas entre quienes recordaban la presencia francesa en la larga historia del país –desde que San Luis decidió apoyar a los maronitas– y quienes no olvidan a Francia como la potencia mandataria que luego de proclamar el Gran Líbano, en 1920, estuvo con sus armas allí hasta años después de la independencia, en 1943.
El hecho es que desde el exterior Francia ha estado presente en Líbano y ha contribuido en la resolución de sus problemas. Su intervención ayudó a resolver la crisis cuando el primer ministro Saad Hariri vivió un virtual secuestro en un lujoso hotel en Arabia Saudita en 2017, fue obligado a renunciar y pudo luego reasumir su cargo.
Los sauditas querían detener la creciente influencia de Irán, molestos por el pacto nuclear de julio de 2015 en Viena. En la dimisión que presentó entonces Hariri ante los medios debió acusar la influencia ejercida por Teherán y Hezbolá en Líbano. Un mes más tarde volvió de nuevo a sus funciones, quedando clara la posición de Riad pero igualmente que el gobierno libanés no se dejaría impresionar fácilmente y menos teniendo a Francia de soporte.
Y desde
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