LOS MAHAR AJÁS
Rudyard Kipling (1865-1936), narrador y poeta británico nacido en Bombay y autor de El libro de las tierras vírgenes (El libro de la selva), dijo en cierta ocasión: “La providencia ha creado a los maharajás para ofrecer un espectáculo al mundo”. Y nada describe mejor la imagen que de los príncipes indios tenían los británicos y, por ende, toda Europa. El choque de culturas y su propia exuberancia los habían convertido casi en una caricatura, pero la realidad es que eran una casta privilegiada con dos mil años de dominio absoluto a sus espaldas y que ostentaban un poder real. Idealizados desde la Antigüedad por la tradición popular, las epopeyas del Ramayana y el Mahabharata los habían exaltado. Así, como descendientes del dios sol y de la diosa luna, fueron durante milenios los artífices de la historia de la India, y los británicos lo sabían; por eso, no cometieron el error de quitarles su grandeza.
En 1858, Gran Bretaña se anexionó la India, pero solo controlaba directamente el 60%;
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