Encontrar un remedio
El Nuevo Mundo ya había sentido antes sus aterradores efectos, con oleadas impredecibles a lo largo de 200 años que llenaban de pánico y miseria a los colonizadores y arrasaban con sociedades nativas enteras. Pero ya habían pasado 19 años desde la última epidemia en Boston, tiempo suficiente para criar a una nueva generación de víctimas.
Cuando aparecieron las primeras manchas rojizas, uno podía esperar que fuera solo sarampión. Pero entonces los puntos se convirtieron en protuberancias llenas de fluido y se erigieron como islas volcánicas en la piel. Cientos de ellas podían bloquear los ojos, las vías aéreas, el cuerpo entero y hacer que incluso respirar fuera una agonía. Las pústulas emanaban una peste como de pescado podrido. Los supervivientes a menudo quedaban ciegos, lisiados o muy
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos