Encerrados con el virus
Clara es madre de un interno del Cefereso 13 de Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca. No tiene reposo desde que el brote de covid-19 llegó a ese penal de alta seguridad. Su hijo forma parte de la población de riesgo, pero carece de las medidas de protección necesarias para enfrentar la enfermedad.
“Mi hijo tiene artritis reumatoide, psoriasis, está perdiendo la vista y tiene principios de diabetes. Mi temor es que se contagie con el covid-19. Si eso ocurre, mi pobre hijo no la va a contar, no es justo”, dice Clara, nombre ficticio con que fue renombrada para evitar represalias contra ella o su hijo, sentenciado por homicidio a 23 años, de los que ya cumplió 17.
Sin posibilidades de visitarlo por las medidas sanitarias impuestas por el penal, Clara se comunica cada cuatro días con su hijo, quien le confirma que comparte con 11 personas una celda diseñada para cinco, que no
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