¿Hemos matado a Cupido?
Hola, ¿cómo estás? Es una frase muy simple, hasta que tienes que usarla. Son las 21:30 horas de un sábado por la noche cuando me encuentro codo a codo con un hombre de espalda ancha y una vibra estilo Fassbender en la barra del bar (estoy aquí para celebrar el cumpleaños de mi amiga). Voltea a verme. Así que hago lo que cualquier millennial introvertida que se respete haría: saco mi teléfono. Cuando levanto la mirada de Tinder, él se ha ido y me quedo con un asqueroso piropo de parte de Adam, el “emprendedor” a quien accidentalmente acabo de dar Super Like. Pago por mi vodka con refresco y me lo termino en tres tragos.
Así es el mundo del dating en 2020. Una era en la que las dick pics son las nuevas cartas de amor, una palomita azul tiene el poder de enviarte a través de una espiral de vergüenza y cada vez que te aferras a una conexión genuina, un ping te recuerda que podría haber alguien mejor a unos swipes. Es un mundo al que me lancé con la emoción de un
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