GIGANTE PELUDO
PARTE III
EL OTRO AMO DEL ESCAPE
Idéntico camino ha recorrido el otro gran críptido del siglo XX: el yeti. A mediados de siglo su fama era tal que, en noviembre de 1959, Ernest H. Fisk, consejero de la embajada de Estados Unidos en Nepal, envió un memorándum al Departamento de Estado con las normas a seguir por aquellos que pretendían viajar al país asiático en busca del yeti. El documento incluía tres normas especiales: cualquiera que fuera en busca del abominable hombre de las nieves debía pagar una regalía de 5,000 rupias indias –unos 65 dólares– al Gobierno nepalí por permitir la expedición; en caso de localizarlo, podía ser fotografiado o capturado vivo –aunque el afortunado debía entregar enseguida esas imágenes o la propia criatura a la
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