EN EL CITY MANDA EL KUN
A quella noche del 5 de julio de 2003, las instrucciones del técnico Oscar Ruggeri fueron muy sencillas para el futbolista de rostro aniñado al que tenía tomado del hombro: “Tira caños y paredes. Pasa bien la pelota. Sé el mismo de los entrenamientos. Diviértete. Tranquilito”.
El muchacho tenía el número 34 en la camiseta del Independiente y estaba a punto de romper el récord del futbolista más joven en debutar en la primera división argentina con 15 años, un mes y tres días (la marca anterior había sido impuesta el 20 de octubre de 1976, era de 15 años, 11 meses y 20 días y le pertenecía a Diego Maradona).
La cancha de la Doble Visera fue el escenario para el debut de Sergio Agüero que, pese a su juventud, no era ningún desconocido para el entorno. “Era un fenómeno en las fuerzas inferiores”, dijo Ruggeri que se atrevió a subirlo al primer equipo. “Nos convenció a la primera”.
Si al chico lo subieron al primer equipo del Rojo de Avellaneda fue por su condición de jugador atrevido, que en los entrenamientos no se achicaba aunque los pesos pesados del equipo pudieran cocerlo a patadas.
Eso sí, en cuanto salía de la cancha se convertía en el compañero más correcto. Era muy callado. “Respetaba mucho los códigos y escuchaba a los grandes”, recuerda Ruggeri.
Agüero no se volvió titular de un momento a otro. Fue hasta que llegó José Omar Pastoriza cuando comenzó la consolidación. En 2004, ya bajo las órdenes del Sergio se presentó en la Copa Libertadores con un debut tempranero que también
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