Blake y el BREXIT
No deja de ser curioso –yo aún diría más, «junguiano»– que mientras el Reino Unido se debate estos meses en una batalla política por encontrar su identidad, en Londres se recupere el legado de su artista y poeta más visionario: William Blake (1757-1827). Tan súbito entusiasmo por un creador heterodoxo antes ignorado merece, sin duda, una pequeña reflexión.
Nacido en la época de las de la ciudad del Támesis. Y me pregunto si quizá hay algo de símbolo profundo en este interés. Y es que, al tiempo que el país se desangra en los rifirrafes del Brexit, esa muestra recupera a un artista que luchó por otra clase de independencia. Catequizado en la extraña capilla moravia de New Fetter Lane, donde Emmanuel Swedemborg aprendió técnicas de control de la respiración, danzas y ritos sexuales secretos para acceder a estados alterados de conciencia, Blake descubrió también que la única y verdadera libertad es la interior. En sus escritos defendió la creación de una «Inglaterra de la Imaginación » en la que una legión de «constructores dorados» levantaría una nueva capital a la que llamarían Golgonooza (de , cráneo), esto es, la patria dentro de uno mismo.
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