AGINCOURT LA ÉPICA INGLESA, A REVISIÓN
Enrique V de Inglaterra sucedió en 1413 a su padre, Enrique IV, durante la llamada guerra de los Cien Años (1337-1453), una serie de campañas derivadas de una compleja situación feudal. Los monarcas ingleses eran dueños de determinadas tierras en territorio francés y, como tales, se suponía que debían rendir vasallaje a los soberanos galos. En la práctica, al ser reyes igual de poderosos, difícilmente estaban dispuestos a aceptar esta subordinación.
Explotando la rivalidad entre los príncipes de la casa real francesa, el nuevo rey inglés exigió la devolución de amplios territorios, sobre todo Normandía. Además, pedía la mano de la princesa Catalina de Valois. Los franceses rechazaron estas demandas, considerando que Enrique era un muchacho mujeriego muy dado al juego y a la bebida, tal como después le plasmaría Shakespeare en Enrique IV (1597). En la siguiente obra de su serie histórica, Enrique V (1599), el bardo retrata el desdén con que el delfín de Francia, en un episodio auténtico, le envía como regalo a Enrique, ya rey, unas pelotas de tenis. Una grosería que probablemente levantara carcajadas entre el público inculto del teatro londinense de la época.
Volviendo a sus exigencias, el 11 de agosto de 1415, tras recibir una respuesta negativa, el soberano inglés zarpó desde el puerto de Southampton con una gran armada. En ella viajaban unos diez mil quinientos
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