Las “reales” pedidas de mano
En la antigua Roma, cuando las mujeres no tenían derechos sobre sí mismas y tenían que depender de un tutor legal para su protección y cuidado, se originó la tradición de “pedir la mano”. Esta costumbre, en la que un padre acepta a un hombre y entrega a su hija como responsabilidad a otro, ha trascendido en el tiempo y se ha convertido en uno de los momentos más románticos e importantes entre las parejas y sus familias.En esta evolución mucho ha tenido que ver la realeza. Alejandro Magno agregó este acto como parte del protocolo dentro de su corte. En el medievo, el arrodillarse era una acción simbólica de respeto y “rendición”, fundamental en la realeza y autoridades religiosas.
En la actualidad, el que un hombre se arrodille ante una mujer significa el respeto a la creación
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