“¡CÁLMATE MI AMOR!”
“Pues ahora me tocó a mí”. Impotente y sin poder hacer mucho más que elaborar su catarsis a través de una publicación en su cuenta de Facebook, el 22 de enero Eunice Alonso contó cómo había estado a punto de ser secuestrada mientras aguardaba el convoy del metro que la llevaría de la escuela a su casa. Un hombre se le acercó. Mientras le ponía un objeto puntiagudo entre las costillas le indicó que no gritara, que caminara normalmente y que saldrían juntos a abordar una camioneta en la calle. Providencialmente, una mujer se percató de que algo malo ocurría y dio voces de auxilio. En medio del caos la joven logró huir. “No sé si fue suerte o destino”, escribió. “Pero puedo contarlo ahora… Me pregunto qué habría pasado si esa señora no me hubiese ayudado”. Eunice no imaginaba que al viralizarse, su mensaje se convertiría en la punta de la hebra
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