EL PODER DE LA MANADA
DURANTE UNA CALUROSA MAÑANA DE MAYO, NOS TRASLADAMOS AL SECTOR DE POPETA, EN LA COMUNA DE MELIPILLA, PARA CONOCER IN SITU EL BELLO TRABAJO QUE REALIZA LA ONG ANIMALISTA «EL PODER DE LA MANADA».
Allí, en el portón de entrada, nos recibe Mariano Sanz —su fundador— acompañado por un incesante coro de ladridos. De manera lenta y pausada, nos fuimos abriendo paso a través de la inquieta jauría —compuesta por más de cuarenta perros de razas diferentes—entre olfateadas, lengüetazos, coletazos, saltos, y un sinfín de amistosos gruñidos.
A medida que íbamos atravesando este murallón canino, pensaba en lo intimidante y temerario que aquello resultaba, teniendo en cuenta de que muchos de los perros que me cercaban exhibían mordidas fuertísimas. Mientras tanto, Mariano me transmitía confianza a través de su semblante, además de recriminar a los más juguetones. —No tenés que mirarlos, ni hacerles cariño, ni darles bola. Tenés que darles la espalda— me aconseja el argentino radicado en Chile.
LA GÉNESIS DE LA MANADA
Marcado por las imágenes de los ensangrentados y despellejados cuerpos de las liebres y guanacos —entre otros mamíferos silvestres— que su padre cazaba cuando Mariano era apenas un niño, éste fue forjando un intenso amor por los animales, llegando a convertirse en vegetariano
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