LA BERCEUSE (ENERO-MARZO 1889)
ambién nos hallamos aquí ante la segunda versión de un retrato (pintaría un total de cinco, separados entre sí por la enfermedad). Roulin, esposa de su amigo cartero. En todos estos cuadros deseaba evocar el calor de una madre que mece y acoge, un tema que ha de relacionarse con sus recuerdos de Brabante y con el historiador Michelet (recordemos que en sus primeros lienzos de tejedores, estos se alentaban a sí mismos cantando). Vincent anhelaba seguridad y en sus ataques tuvo visiones de la casa donde nació, en Groot-Zundert. De hecho, escribió por entonces que aún albergaba recuerdos de cuando nada más “existíamos mi madre y yo”. Esta obra estaba concebida como un políptico: el centro sería , una imagen consoladora para todos, y estaría flanqueada por cuadros de girasoles. Quería “hacer una pintura tal que los marineros – que son niños y mártires a la vez–, cuando la vieran en el camarote de los pesqueros con destino a Islandia, sintieran una emoción que les recordara sus primeras nanas [arrullos]”. Insatisfecho con el resultado, escribió luego: “Si he cantado una nana en color o no, dejaré que los críticos lo decidan (…) es un intento de pintar una breve melodía con los colores que se encuentran aquí”.
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