Los secretos de las pirámide
l cielo está mucho más cerca, al alcance de los dedos, desde los imponentes 139 metros de altura de la pirámide de Keops que se elevan sobre la meseta de Guiza como eterno recordatorio de la majestuosidad del segundo faraón de la Dinastía IV: 2.3 millones de bloques de piedra, revestidos por cuatro paredes de caliza blanca –hoy perdidas a causa de un terremoto y de su explotación como cantera en el periodo otomano–, proyectan más de 3,500 años después un enigma insondable que ha encendido la imaginación de sus atónitos visitantes durante siglos. Poco importa que científicos, historiadores y arqueólogos ha-yan proporcionado esquemas perfectamente plausibles acerca de su origen, su proceso de construcción y su significado. Teorías a cuál más diversas que implican ingenieros extraterrestres o superhombres y especulan sobre dimensiones paralelas, siguen llenando horas y páginas de historia-ficción estériles y delirantes, recogidas en documentales y libros que, por principio, cuestionan el genio arquitectónico de los antiguos egipcios alimentando mitos esotéricos sin ningún fundamento. Desde los zigurats mesopotámicos hasta las pirámides-templo precolombinas, pasando por mausoleos proyectados hacia el cielo como el del primer emperador de China, Qin Shi Huang, todas estas edificaciones sintetizan la espontánea predilección de múltiples civilizaciones por los gigantes de piedra piramidales, así como su excepcional
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