Clio Especial

HERÓDOTO   EL HISTORIADOR DE LAS PIRÁMIDES

CUANDO HERÓDOTO LLEGÓ AL NILO, EL PAÍS ESTABA EN PLENA DECADENCIA DOMINADO POR LOS PERSAS Y LA CASTA SACERDOTAL EGIPCIA. Los persas habían invadido el país en el año 525 a.C. y se habían erigido como faraones, inaugurando así la dinastía XXVII. Contaban con varios destacamentos y el conjunto de Egipto era tributario de Persia.

Afortunadamente para Heródoto, en el año 449 a.C., ya se había firmado la paz entre los griegos y los persas, la llamada Paz de Calias. Fue este tratado, que lleva el nombre del embajador que envió Pericles a Persia para negociar con Artajerjes I, lo que permitió a Heródoto recorrer el vasto Imperio Persa como un viajero de lujo. No se sabe cuál fue el orden de sus viajes, pero Egipto fue, sin duda, uno de los más importantes.

VIAJERO INCANSABLE

Heródoto se pasó la vida recorriendo país tras país, como le había sucedido a muchos de los griegos por culpa de las Guerras Medas. De hecho, él nació en Halicarnaso en el 526 a.C., una pequeña ciudad de la costa occidental de Asia Menor bajo dominio persa, famosa por la reina Artemisia, la única mujer que capitaneó un barco en la escuadra de Jerjes en la famosa batalla de Salamina, y de la cual Heródoto nos dejó un apasionado retrato en sus escritos.

De Halicarnaso partió por razones políticas a la isla de Samos, donde pasó gran parte de su juventud, pero luego se dedicó a recorrer varias ciudades leyendo sus escritos. Fue en Atenas donde conoció a Pericles y a su círculo intelectual, y fue Pericles el que le otorgó una nueva nacionalidad enviándolo como colono ateniense a la recién fundada Turios en el sur de Italia, donde se retiró a escribir su obra en el año 440 a.C.

Heródoto nos cuenta que, para su viaje a Egipto, en el cual recorrió desde el Delta hasta la isla Elefantina, utilizó a intérpretes y guías. Nos habla siempre de lo que le contaron los “sacerdotes”. La casta sacerdotal era la única queron porque sus sacerdotes no estaban bien instruidos al ser de tercera fila, o porque Heródoto añadió por su cuenta mucha sal y pimienta al relato. Él resume su método con las siguientes palabras: . No era un gran método científico, pero para su época era lo mejor de lo mejor.

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